El Atlético da la vuelta a la partida
Hay una máxima infalible en toda buena partida de póker: si en la primera media hora no averiguas quién es el primo, el primo eres tú. En esa incómoda situación está ahora Gallardón. El Ayuntamiento comenzó las negociaciones muy confiado de su posición de superioridad. Desde luego tenía buenas cartas: el Atlético necesita dinero, el Calderón parece abocado a desaparecer devorado por el crecimiento de la ciudad y Madrid podía ofrecer un nuevo estadio, La Peineta, previa cuantiosa venta de los terrenos del Manzanares. Era muy complicado no alcanzar un acuerdo. Pero, viendo al Atlético en ese aparente estado de indefensión, el Ayuntamiento se creció y quiso apretar demasiado a su oponente. Decisión de mal jugador, porque más de cien años de existencia otorgan dos valores hasta al más necesitado: orgullo e instinto de supervivencia.
Así, mientras el Ayuntamiento buscaba la manera de que el Atlético pagase hasta cascos reflectantes de última generación para sus operarios, el club, que se sintió ninguneado, encontró otra alternativa: Alcorcón. Y a Gallardón y compañía se les vino abajo la estrategia. De golpe, Cerezo tenía la mejor jugada: un estadio supermoderno capaz de enamorar hasta a los más reticentes y un bombazo económico que colocaría al Atleti entre los más ricos del mundo. La Peineta pasó de necesaria a anecdótica. Ahora el Ayuntamiento tiene miedo de comerse su estadio. Su estrategia de hostigamiento, rodeando el Calderón de obras para obligar a emigrar a los rojiblancos, se ha vuelto en su contra y el entorno atlético prefiere Alcorcón. La partida sigue y la opción de La Peineta aún está viva. Pero ahora el Ayuntamiento es el primo. Tendrá que ceder mucho para ganar algo.