Iker, la fuerza de la razón
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Se ha convertido en todo un veterano sin necesidad de medrar, de levantar la voz o de hablar mal de un compañero. Pese al número de internacionalidades, no ha perdido su aire juvenil ni la sonrisa cándida. Tiene encima la ventaja de no tener que ejercer por galones ya que Raúl está delante y le toca a él esa ingrata labor con los medios de comunicación, el seleccionador y los compañeros. ¡Así no envejece el tío! Pero también influye su carácter afable. Lo digo porque ni su llegada al primer equipo del Madrid, ni su aterrizaje en la Selección fueron nada fáciles ni placenteros. Me atrevería a asegurar que lo pasó peor con lo del equipo nacional. La sombra de Cañizares y ciertos códigos no escritos se las hicieron pasar canutas.
Supimos poco de aquello y mejor no remover. Pero Casillas sabe, con nombres y apellidos, los que le hicieron un poco de lado cuando llegó a la Selección para así favorecer al otro portero convocado. Eso ya pasó y, por ejemplo, Reina, Valdés o los que sean citados en un futuro, no tendrán que pasar ese amargo trago porque Iker será el primero en ayudarles. Él no va a poner caritas, ni a soltar risitas irónicas si un día se ve de suplente, salvo que cambie mucho. Me quedo con ese talante, que representa al fútbol amateur y que, normalmente, los jugadores olvidan en cuanto firman su primer gran contrato. Igual por poner algo en el debe, habría que empezar a pedirle algo más de carácter porque, en unos años, el brazalete de capitán de la Selección será suyo.




