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¡Cómo echo de menos sus subidas!

La sonrisa vertical de Roberto Carlos (lo digo por su fútbol de apariciones explosivas) luce cada vez menos en el Bernabéu. Lleva casi diez años entre nosotros y, si hiciéramos una encuesta entre la afición, muchos se atreverían a afirmar que el brasileño ha sido el mejor extranjero que ha tenido el Madrid. Al menos, desde que existe la televisión en color. No olvidaré aquel partido en Leverkusen, en el que metió dos golazos y surcó la banda izquierda ¡27 veces! Antes, Robertinho era un jugador yo-yó. Subía y bajaba sin desmayo. Una pesadilla para el enemigo. Un abrelatas que mejoró la calidad de vida de Pedja, Raúl, Ronie...

Pero la edad es como Hacienda. Pasan los años y no te libras. El paulista va camino de los 33 y sus portentosas piernas necesitan dosificarse. Juega con el cuentakilómetros en la mente y con parte de su rasurada cabeza puesta en el Mundial de Alemania. Por eso esta tarde le veremos pisar la cal ante el Zaragoza en contadas ocasiones. Va al límite y sabe que no tiene suplente. Yo rezo cada día para que no se lesione...