La misma torrija de siempre
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En días como el de hoy, uno se pregunta si realmente los técnicos repasan los videos, estudian los partidos y analizan los errores del pasado. En A Coruña se cumplió el guión de años anteriores. Clavado. Puro calco. Arrugaditos desde que saltaron al campo, incapaces de sacudirse la presión, inexistentes en ataque y nerviosos en defensa. Deseando que aquel martirio se acabara. Veía a Pablo García, o a Sergio Ramos, y me imaginaba que ambos estaban alucinados con la actitud del equipo. Ellos eran los únicos que entraban al balón y no entendían nada.
Para que nada fallara, los goles del Depor fueron cayendo como fruta madura y el siguiente paso era el de perder los nervios y empezar a soltar patadas. También en eso los jugadores del Madrid fueron respetuosos con la historia. De perder, perder con todas las de la ley, como siempre que se acercan a Riazor, parecido a cuando visitan Anoeta, El Sadar o San Mamés. Seguro que les suena de lo que les estoy hablando. Pero nadie pone remedio. Ni siquiera Guti, que se presentaba como el remedio mágico. El rosario de pérdidas de balón en zonas de peligro, resultó más desesperante que nunca. El traje de titular no le sienta bien y sus errores eran los mismos que los del resto.




