Quince millones de páginas
Legajo arriba, legajo abajo éste es el montante de un tesoro encerrado en un hermoso edificio sevillano. Antigua Casa de Lonja, construida por orden de Felipe II a finales del siglo XVI sobre unos planos de su apreciado Juan de Herrera, Carlos III decidió que sus muros protegiesen toda la documentación relacionada con el Nuevo Mundo. Así nacía el Archivo de Indias. Acabo de pasar dos días memorables paseando por sus estanterías y tomando imágenes para un documental del que es, sin duda, el centro de documentación más importante del mundo sobre la historia de América.
Durante esas horas, no me abandonó la sensación de hallarme en un lugar único, un verdadero territorio de aventura. Pudiera parecer que esas estanterías llenas de antiguos documentos son la antítesis de la aventura. Nada más lejos de la realidad. Amén de un testimonio de incuestionable valor historiográfico, hay munición suficiente para acabar con la pertinaz sequía de ideas para novelas, ensayos y películas que nos acucia incluso más que la de agua. Las peripecias, aventuras, tragedias y exploraciones de las que podemos tener noticia buceando en los fondos del Archivo de Indias son tan numerosas como increíbles. Nos hablan de unos siglos en los que lo imposible era una frontera que derribar de continuo en una empresa colectiva de poderoso aliento. Es más que probable que en otro país, como Inglaterra, este archivo sería considerado una fortuna nacional sobre la que volver la mirada sin descanso para comprender el mundo un poco mejor. Un lugar que la Administración y los ciudadanos consideraran como un templo del conocimiento de nuestros orígenes.
Por el contrario, pareciera que lo que allí se guarda sea el testimonio de una vergüenza nacional. Y es así un poco porque nos hemos acabado creyendo la Leyenda Negra que otros inventaron de forma interesada, otro poco por la saturación de años de fanfarrias imperiales, y otro mucho por estos tiempos en los que una minoría nacionalista quiere reescribir la historia a su antojo, ocultando y negando lo que no se ajusta a su visión disgregadora.
Qué importan unos 15 millones de páginas empeñadas en documentar todo lo contrario. Cuando este vendaval se desvanezca ahí seguirá nuestro Archivo de Indias aguardando a arrojados aventureros que se encontrarán con actos de heroísmo y muestras de insoportable crueldad, con hombres generosos y seres mezquinos. Luces y sombras de nuestra Historia y de todas las Historias, que siguen pintando la condición humana con la rica gama de grises que la hace tan apasionante. Dios salve al Archivo.
Sebastián Álvaro es el director de 'Al Filo de lo Imposible'.