El Atlético ya no sale con miedo
No hay mal que cien años dure. El derby le tiene que caer ya al Atleti por su propio peso: es imposible no triunfar jamás. Hasta el gran Homer Simpson encontró novia. Y este año, más allá de la fe irracional que ciega a menudo la razón atlética, los de Bianchi tienen equipo suficiente para que una victoria no sea un milagro. No perderé hoy mucho tiempo en Torres. El que siga dudando ya es un caso perdido, como cuando mis amigas me intentan razonar que Halle Berry no es tan guapa porque tiene la ¡frente! muy grande. O hablar por hablar o envidia. Hasta ahora, con el Atleti alabábamos al Niño e intentábamos encontrar otra cosa, al menos, pasable. Esta vez podemos permitirnos obviar lo notable (Antonio López, Maxi o Luccin) para reseñar lo excelente.
Junto a Torres estará Kezman, su complemento perfecto: poca participación y mucho gol. Enloqueciendo a Salgado y, en fases del partido, cambiando de banda para acuchillar por la espalda a Roberto Carlos verán a Petrov, uno de los tipos que más miedo dan cuando te mira fijamente, más que si intenta regatearte y ya es decir. Eso para atacar, pero la defensa no desmerece. Leo Franco es tan sobrio que sorprende que mi madre se convierta en una fan quinceañera cada vez que le enfocan. Mujeres. Y están Pablo y Perea, la mejor pareja de centrales de la Liga de largo. Yo, como Torres, hoy no tengo miedo a nada. Miento. ¿Cuántos equipos conocen que sean capaces de meter mano para elegir al árbitro y éste acabe por robarles? Yo sólo uno. Pero todo me da igual. Ha vuelto el gran derby.