Que jueguen al libre albedrío

Viendo las señas de complicidad de los jugadores, uno diría que han decidido tomar el mando. Menos pinganillo, menos flechitas y más libertad para poder desarrollar la fantasía que llevan dentro. Si Beckham es letal cuando tiene metros pegado a la banda derecha, pues se escora hacia esa zona y Luxemburgo calla. Si a Baptista le gusta llegar por detrás de los dos delanteros, pues ya se las ingenia él para situarse cerca de la corona del área. Y si a Roberto Carlos le divierte cazar voleas en balones que le ponga su amigo David, pues uno se olvida de los ensayos de la semana y busca un imposible que acaba saliendo. La esencia del fútbol: que el jugador se lo pase bien.

A todo eso hay que añadir cierto orden. Y ese ha llegado de la mano de Pablo García. Un mes ha tardado Luxa en darse cuenta de que el uruguayo es mejor que Gravesen. Con él ha llegado la rotundidad y el sentido a la hora de salir con la pelota jugada. Y con Zidane recuperado, Guti recobrará su sitio en el banquillo que le hace ser más efectivo. Debe ser triste para él comprobar que su fútbol explota cuando juega media hora. Por último, el técnico tendrá que empezar a dar solución al otro gran debate: ¿Robinho o Raúl? Se ampara en que el brasileño necesita adaptarse. Veremos.