Asombró el Honved en el Bernabéu
Yo vi jugar al gran Honved en Chamartín. Pocos días antes había actuado en San Mamés en eliminatoria de la segunda Copa europea. Mientras esperaban noticias de lo que sucedía en Budapest, tras la invasión del ejército soviético, los jugadores húngaros se desplazaron a Madrid. La Asociación de la Prensa aprovechó su presencia para organizar su partido anual oponiendo al célebre equipo magiar con la selección madrileña. Aquella tarde del 29 de noviembre asistimos a un partido espectacular. Nunca vi jugar a Kopa con tan alto nivel. Miguel y Gento estuvieron extraordinarios en su labor de exteriores. Santisteban y Peiró rayaron a gran altura en la creación ofensiva. Di Stéfano, una vez más, resultó decisivo con tres goles de diversa factura.
Pero enfrente hubo un equipo que causó el asombro de todos los espectadores. El portero Faragó no sacaba el balón de fuerte volea sobre sus delanteros, como aquí se acostumbraba, sino con la mano sobre un defensor. Este comenzaba la jugada desde su área y el sabio Bozsik dirigía la orquesta como primer violín. Los pases se sucedían hasta llegar al área rival. Allí Puskas, Tichy o Machos demostraban su poderío atacante. Ese día echamos de menos a Kocsis, cabeza de oro, el máximo goleador de Suiza-54. El encuentro finalizó con un espectacular empate a cinco. Justo premio a los méritos ofensivos de ambos equipos. Pocas veces se ha visto en el Bernabéu un juego de tales características ofensivas, pleno de calidad y belleza. ¡Gran Honved!