Retorna la grandeza rojiblanca
Llegar al Calderón se ha convertido en una aventura. Parece que el alcalde se ha empeñado en hacerlo incomodísimo. A pesar de ello el campo estaba rebosante de personas, cánticos e ilusiones. Ni el gol del Barça produjo efecto en el ánimo de los fieles rojiblancos. Después Petrov se empeñó en recordar a Enriquito Collar y que el juego por las alas es la mejor forma de dejar en evidencia a la defensa adversaria. Torres recordó a los viejos aficionados los cabezazos de Jones, Mendonça o Gárate y a los muy veteranos a Elícegui. La emoción fue extraordinaria por su belleza y representar el empate. La peligrosidad latente azulgrana los rojiblancos la contrarrestaban con un espíritu enorme digno de admiración.
El comienzo de la segunda parte fue arrollador. Oportunidad de Kezman. Córner. Gol del serbio. Remate al poste de Maxi e intervención milagrosa de Víctor ante Torres. Era demasiado y el árbitro decidió tomar parte más activa en el juego. El público se encrespó y con razón. La inferioridad numérica la resolvió Bianchi con García Calvo pero sin prescindir de ningún delantero. ¡Valiente! El público sufría tanto como los jugadores para mantener la victoria. Todos estuvieron enormes. Algo huele distinto junto al río a pesar de las molestas obras.