Ahora toca hablar en el campo

Dos cosas nos han quedado claras tras el revés de Francia. La primera es que los brasileños del Madrid están con su técnico, a tenor de sus declaraciones. La segunda es que Luxemburgo no se apeará del burro y será fiel a sus ideas (sólo Pablo García por Gravesen). Ayer tuve la paciencia de escuchar y ver completa la rueda de prensa del técnico en Las Rozas. Digo paciencia porque cuando coge la moto no hay quien le siga. Su mezcla de español y brasileño resulta difícil de digerir pasados cinco minutos. En esa media hora de comparecencia aprecié que de tonto no tiene un pelo, que está seguro de sí mismo y que le ofende mucho que se cuestione su continuidad, casi más que sus métodos.

Viéndole, pensé que él y los que le defienden, tienen una gran oportunidad hoy en Barcelona. Tapar bocas, suelen decir con frecuencia los jugadores. Estoy seguro de que los miles de aficionados que salieron echando pestes del Bernabéu estarán encantados de que les tapen la boca. Los que hemos sido críticos con una forma de jugar un tanto anárquica y desastrosa, también estamos deseando que nos quiten la razón. A menudo el futbolista acaba convirtiendo esto en una pelea contra la prensa. Aún recuerdo a Míchel levantado el dedito a la tribuna de prensa en el Mundial de Italia. Los coreanos le miraban alucinados. Ellos eran los rivales, y no los periodistas.