El Mundo de Wayne Rooney
R afa Benítez habrá visto el partido del Villarreal contra el Manchester United con especial interés. Mañana su Liverpool se enfrenta al equipo de Alex Ferguson. La lección que habrá extraído el español de ese partido en El Madrigal es que el método más seguro de jugar contra el Manchester es privándole de su jugador más explosivo, Rooney. Wayne Rooney - que combina la belleza física de Gravesen con la dulzura de Tyson - recibió la tarjeta roja en la mitad del segundo tiempo y desde ese momento la amenaza de su equipo se disolvió. Algo parecido ocurrió en la desastrosa derrota 1 a 0 de la selección inglesa contra Irlanda del Norte en una eliminatoria para el Mundial la semana pasada. Rooney sólo recibió una amarilla aquella noche pero enloqueció de tal modo (casi llegó a golpes con su capitán, Beckham) que ante una de las selecciones más pobres del mundo no fue capaz de contribuir ni siquiera con una ocasión de gol.
De todos modos, hay un amplio sector del público inglés que cree que su selección es capaz de ganar el Mundial. Esta perversa fe se basa ante todo en la noción de que Rooney va a ser mejor en Alemania que Ronaldo, Robinho y Ronaldinho. El problema es que Rooney, a sus 19 años, es tan frágil como salvaje. Podría explotar antes de llegar a los 21. Mientras, los jugadores de Benitez lo deben de tener claro. Objetivo número uno (dentro de la ley, claro) provocar que los demonios que habitan el cerebro del pobre Rooney salten una vez más ante los ojos del árbitro.