La sierra no defrauda
Pocas veces ha defraudado la sierra madrileña y ayer no fue una excepción. Quizá porque no se esperaba tal guerra entre los capos de la carrera, la etapa resultó más que bonita. Los ciclistas derrocharon generosidad y los aficionados debemos agradecérselo. Lo normal hubiera sido que los cinco primeros de la general se mantuviesen quietos, como Heras y Menchov, pero García Quesada, quinto, y su equipo se rebelaron desde la salida contra el orden establecido. Mancebo respondió sin temor en aras de conservar su cuarta plaza y, por qué no, acechar el último escalón del podio. Y Sastre no se resignó a permitirlo bajo ningún concepto. La ración doble de Navacerrada fue una delicia para los paladares gustosos de la bicicleta.
Pudimos ver al mejor Mancebo de la Vuelta, a un nivel casi paralelo al que exhibió en el Tour. Pero su paisano Sastre luchó para no perder su lugar de privilegio en el cajón de Madrid. Menchov también tuvo que ponerse las pilas porque hasta su segunda plaza se veía acosada. Nadie se salvó de la traca e, incluso, Liberty tuvo que trabajar de la mano de un Marcos Serrano soberbio que salvó los muebles y, en cierto modo, devolvió la jugada de Pajares a Sastre. Hoy por ti, mañana por mí. Y un 10 para el Comunidad Valenciana, que trabajó a destajo y forzó a todos a hacerlo también. Lástima que lo viera tan poco público. Ojalá hoy en Ávila, cuna de grandes ciclistas, se repita la batalla y la fiel afición de Ávila responda.