NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

La Peineta será nuestro destino final

Siempre lo he tenido claro. Con Juegos o sin ellos íbamos a acabar en La Peineta. Es pura intuición porque ni el Ayuntamiento, ni las altas instancias del club han sido claras al respecto. El alcalde Ruiz-Gallardón, por fin, ha puesto al descubierto las verdaderas intenciones de la corporación municipal. La Peineta será un estadio de fútbol o lo que es lo mismo será el futuro estadio rojiblanco. El Calderón, como tal, es un estorbo para sus planes de soterrar la M-30. Se abre el melón y muchos son ahora los interrogantes. ¿Renuncia el Ayuntamiento a sus planes olímpicos al abandonar el proyecto de construcción de un estadio olímpico de primer nivel? ¿Cómo se financiará finalmente la construcción del nuevo estadio? Llega el momento de las decisiones y en una cuestión con un trasfondo sentimental tan grande para los aficionados es exigible la máxima claridad.

Los socios deben ser escuchados, pero previamente se les debe explicar las ventajas que para el futuro de la entidad tendría una decisión de tanto calado. Estamos ante un asunto muy serio, de una inmensa carga afectiva, que no se puede saldar ni con medias verdades, ni materializarse a espaldas del seguidor. Estoy convencido de que si los beneficios van a recalar en el club, y la operación se lleva a cabo con absoluta transparencia, los aficionados entenderíamos una decisión tan dolorosa. Lo que nadie entendería es que tuviéramos que desprendernos de una de nuestras señas de identidad por oscuros intereses especulativos. Estamos ante una operación que dotaría al club de la solidez económica que falta. La experiencia nos ha enseñado que sin recursos suficientes, sin unas arcas saneadas, es sumamente complicado sentar las bases del club grande que todos anhelamos.

Los socios deben de ser escuchados, pero previamente se les deberá explicar las ventajas que, para el futuro de la entidad, podría tener una decisión de tanto calado. Estamos ante un asunto muy serio, de una inmensa carga afectiva para la afición, que no se puede saldar ni con medias verdades ni materializarse a espaldas del seguidor atlético. Estoy convencido de que si los beneficios van a recalar en el club, y la operación se lleva a cabo con absoluta transparencia, los aficionados entenderíamos una decisión tan dolorosa como abandonar la que lleva siendo nuestra casa durante tanto tiempo.