El inicio de una gran leyenda
Todavía las vacaciones de verano duraban más de tres meses. En España no teníamos televisión, ni partidos nocturnos. Ni siquiera recuerdo que se radiase, por lo menos en donde yo veraneaba. El 9 de septiembre de 1955 me enteré por el periódico que el Real Madrid había debutado en el Campeonato de Europa con un cómodo triunfo, en la entonces lejana Suiza, frente al Servette. La genial idea de L'Equipe se había puesto en marcha superando aquella Copa Latina que anualmente enfrentaba en cuatro partidos, y en menos de una semana, a los representantes, no siempre campeones, de Italia, Francia, España y Portugal.
El fútbol internacional en España se reducía a los enfrentamientos navideños con equipos argentinos. La visita de algún equipo inglés, Fulham, Burnley, Newcastle... Algún torneo conmemorativo de las primeras Bodas de Oro y las escasas giras por el extranjero. Nuestro nivel era francamente bueno en resultados, pero no era fútbol de alta competición. La nueva Copa de Europa se presentaba como la reválida del fútbol español ante adversarios del máximo nivel y con un título prestigioso en juego. El Real Madrid abrió el camino hace cincuenta años y sus continuados éxitos le llevarían al cénit del fútbol mundial de clubes.