El pescado está ya vendido
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L os flecos con Lendoiro son kilométricos. El que mejor lo sabe es el padre de Luque, que se tiró casi un mes negociando cuando su hijo fichó por el Deportivo. Pero el final de Luque estaba cantado. Desde el momento que los que más le quieren se habían puesto en contacto con diferentes equipos para negociar su salida, estaba claro que quería marcharse. Y repetimos lo de siempre, cuando un jugador quiere irse de un club, se va seguro. Las cartas quedaron al descubierto la pasada primavera, cuando Barça y Atlético supieron de las intenciones de Luque. Ocurre que Luque, por su versatilidad, por lo bien que puede jugar en cualquier puesto del ataque, ha terminado siendo un futbolista de difícil venta. Estoy seguro de que si algún entrenador hubiese confiado ciegamente en él como delantero centro, las ofertas de los equipos de nuestra Liga se habrían multiplicado.
Me parece bien la opción de buscarse las lentejas en Inglaterra. Allí podrá madurar definitivamente y explotar su mayor virtud: la velocidad. Haría mal Lendoiro, como recordó ayer el propio jugador, en ponerle puertas al mar, en rechazar una oferta que aliviaría la tensión de tesorería. El propio Caparrós supo, nada más llegar al Depor, que la cabeza de Luque no estaba allí. Y así es muy difícil que pueda aportar cosas al equipo.




