Caparrós: virtud de la necesidad
El Deportivo, que ayer colocó en sus vitrinas el decimotercer trofeo Teresa Herrera, es una de las caras alegres del verano y eso, hay que decirlo alto y claro, es mérito casi exclusivo de Joaquín Caparrós. El técnico utrerano cogió hace mes y medio a un equipo deprimido y que había asumido sin rebeldía el adiós a los puestos importantes de la Liga. Con una plantilla que perdió a dos referentes como Mauro Silva y Fran y otros futbolistas que parecían perdidos para las causas grandes (Tristán, Molina, Valerón...) y muy poco margen de maniobra en el mercado de fichajes (la tesorería deportivista está canina), Caparrós hizo de la necesidad virtud.
A partir de ahí buscó en la cantera lo que no podía encontrar a golpe de talonario y ha descubierto que del vivero deportivista se pueden sacar futbolistas (valga como ejemplo Iván Carril). También parece que ha insuflado el carácter guerrero que tanto se echó en falta en Riazor la pasada temporada. Con pocos retoques el Deportivo parece un equipo nuevo y eso hay que colocarlo en el haber del entrenador. Para completar su obra deberá recuperar para causas mayores a Tristán y a Valerón. El primero parece centrado y en cualquier momento puede recuperar su chispa. Lo del segundo es más difícil porque tiene difícil cabida en un equipo de carácter.