Mucho ruido y pocas nueces
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A diferencia de otras temporadas, donde el Madrid tenía compromisos con la Supercopa de aquí o la de Europa, esta vez se va a plantar en el inicio de Liga sin haber medido sus fuerzas a ningún equipo de entidad. Peligroso. Ayer en Hungría, nueva pachanga con pocos alicientes y, como tal, repetición de la que ha sido la táctica del verano: mucho rondito y poco desmarque. El equipo juega desmotivado, por ausencia de rival, juega al paso, recordando vicios del pasado, sobando en exceso el esférico en el centro y con pocas ganas de trabajar el juego sin balón. Como única novedad táctica, la posición de Zidane, que a todos nos pareció bien hasta que se fichó a Baptista. Con la llegada del brasileño surgen las dudas, porque éste tiene más capacidad de desborde y más gol.
Toda conclusión en pretemporada es arriesgada y ,en este caso, casi temeraria por esa imposibilidad de comparar el juego del Madrid con el de los que serán sus adversarios. Pero se vislumbran las incertidumbres de antaño. Luxemburgo ya consiguió cierto orden defensivo el pasado año pero nunca logró que el equipo jugara como eso, como un equipo. Seguimos en las mismas. Gravesen, definitivamente, se ha creído su papel de contundente segador y es incapaz de inventar un pase. Beckham y Zidane aparecen circunstancialmente en esa zona de creación y ,por tanto, no existe continuidad a la hora de fabricar. Ronaldo y Raúl, el segundo menos, se aíslan en las inmediaciones del área y apenas intervienen en el juego. Ya, ya sé que falta Robinho, pero sería de ilusos pensar que él con sus bicicletas va a arreglar esos desajustes que ya son históricos. Luxa, yo estaría preocupado.




