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Ya lo dice la zarzuela

Como en esto del fútbol los tiempos corren que es una barbaridad, como asevera una zarzuela, no ha empezado aún el curso oficial y el Valencia vive su primer punto de inflexión, ese momento en el que el equipo tiene que definir si es carne o pescado. Quique Sánchez Flores, profundo conocedor de este manejo de los tiempos, planteó ayer una terapia de grupo para que su plantilla olvide cuanto antes el mal resultado de Hamburgo y, sobre todo, el mal juego desarrollado. El club valenciano había reinaugurado el estado de optimismo con su activa campaña de adquisiciones, pero si no se gana el acceso a la Copa de la UEFA y se muere ahogado en la orilla de la Intertoto, la desconfianza empezará a anidar en Mestalla.

Quique tiene un amplio margen de maniobra porque Juan Soler no quiere más que los sobresaltos necesarios con los técnicos después de la nefasta experiencia que vivió la pasada campaña con Claudio Ranieri. Pero también es cierto que el presidente se mostraba muy decepcionado tras la derrota en Alemania. Hoy empieza el trofeo Naranja y el técnico es consciente de que el equipo debe dar buena imagen para a partir de ahí seguir construyendo un equipo competitivo. Por eso quiso ayer mentalizar a sus jugadores de la importancia de estos momentos, aunque sólo estemos en la pretemporada. Un fiasco ante el Olympiacos podría ser el preámbulo de una relación tormentosa entre los jugadores y la afición.