Florentino rompe el mercado
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Florentino Pérez ha decidido sacar el mazo. El de los billetes y el de madera para golpear encima de la mesa. La llegada de Baptista, más allá de la calidad contrastada que posee el futbolista brasileño, es un golpe de efecto en un mercado europeo que se ha movido poco en estos días de verano. Emponzoñada la operación Robinho, urgía mandar un mensaje a rivales y aficionados propios. La excusa es que Luxemburgo ha pedido un medio ofensivo de banda izquierda. Ni Carlos Diogo ni Pablo García habían ilusionado al personal y, lo que es peor, se empezaba a tener la sensación de que el equipo no había mejorado con respecto al que se quedó en blanco en las dos últimas temporadas. Por encima de las exigencias de los técnicos, el presidente era consciente de esa situación de desánimo entre los suyos y ha decidido rascarse el bolsillo a lo grande.
Ahora son más evidentes los fallos del pasado. Hace un año, por Samuel y Woodgate, se pagó más que ahora por Baptista y Robinho, lo que es una desmesura, se mire por donde se mire. No ha bajado tanto el kilo de delantero, ni estaba tan caro el kilo de central hace doce meses. Pulsada la convulsión de los primeros minutos, tras hacerse oficial el fichaje de La Bestia, se confirma la teoría de Florentino de que el socio se ilusiona si realmente traes a los mejores en su puesto, y si son delanteros y marcan goles, mejor. Ahora se entienden los fichajes de Diogo y Pablo García. Ambos han servido para que se allanara el camino en los dos grandes objetivos, que eran los dos brasileños. No olvidemos que a los cuatro los representan las mismas personas. Eso sí, si yo fuera ojeador del Madrid, temblaría. A Baptista lo fichó un tal Monchi por tres millones de euros hace dos temporadas.




