No le pillo el punto a Luxa

Cuando esboza su irónica sonrisa es que Vanderlei Luxemburgo va a soltar un palo a alguien. Pese a su amplio currículo, creo que le sigue sorprendiendo todo lo que mueve el Real Madrid en su entorno. Y por eso casi siempre se defiende atacando. Aprovechó el caos reinante en el vestuario cuando llegó para lucir galones e imponer su autoridad. Incluso pecó de cierto ventajismo cuando tuvo que dar explicaciones coincidiendo con un bajón de juego y resultados del equipo con la boda de Ronaldo. Este año será muy distinto. Debe apechugar con todo sin excusas y él, pese a ese aire de despistado, pese a refugiarse en el idioma cuando quiere hablar deprisa para que se le entienda lo justo, sabe que su banquillo echa humo. La mejor manera de superar el trance es que sea muy fiel a sus principios, a sus ideas y a su estilo de juego.

Pero hay dudas por resolver. Pese a que Sacchi fue su padrino, no acabo de ver una sintonía perfecta entre ellos, o al menos percibo grandes diferencias en el concepto de equipo que tienen ambos. Luxa no desprecia el orden pero tiende a que el espectáculo lo den los que juegan arriba. Ronaldo es un ejemplo claro. Y también lo es el loable empeño de que Zidane por fin disfrute cerca del área, lo más próximo a los delanteros. En varias charlas que he mantenido con él, se empeña en demostrar que es un técnico moderno, que gusta de utilizar el ordenador para ver el rendimiento de los jugadores y estudiar los tiempos de recuperación. Es la pátina de técnico ilustrado que busca vencer la desconfianza con la que se le recibió, dados los escasos antecedentes de brasileños en banquillos europeos. Yo sigo esperando conocer al verdadero Luxemburgo.