El dinero del fútbol
No conozco a ningún equipo de fútbol profesional, al menos en Europa, que sea propiedad de un banco. Creo recordar que fue Pepe Samitier quien, con muchas décadas de antelación, ya olió el pastel: "si el fútbol fuera negocio, los clubes serían de los bancos". Era muy listo. Tanto como un banquero. La banca sigue cosechando pingües beneficios emanados de este deporte, pero no cruza la línea. El planeta fútbol sigue generando mucho dinero, pero los clubes penan a la hora cerrar el balance. La Juve, club puntero, acaba de vender su sede social (un palacete ubicado en la zona de más alto valor inmobiliario de Turín), lo que le permitirá cerrar el ejercicio con unos beneficios de 9 millones. Los dos anteriores se saldaron con pérdidas importantes. El cachet de la entidad blanquinegra está entre los seis más elevados del mundo. También debe cotizar muy alto el trabajo del tatuador de Beckham, aunque no tiene bastante: amenaza con demandarle si hace publicidad y sus dibujos son protagonistas. Alega derechos de autor.
Los tribunales franceses acaban de fallar que las casas de apuestas pueden seguir haciendo uso de las imágenes o nombres de los futbolistas, desestimando las demandas de varios clubes y futbolistas. Y en China, los organizadores de las giras cobran peaje a los periodistas que quieran informar. Samitier olió el pastel; los clubes hacen la masa y los cuecen. Y a la hora de comer, tropecientos en tropel.