Hay que mimar a Zidane

No se perdieron mucho si no trasnocharon. Bueno, si aguantaron hasta el minuto seis, no se perdieron nada. En ese momento, Zidane firmó una nueva obra de arte. De las suyas. Si los americanos no se apasionan después de ver eso, es que definitivamente no encuentran sentido al fútbol. Siempre he mantenido, hasta en los peores momentos de la pasada temporada, que si hay un jugador en el Real Madrid capaz de romper un partido, ése es el centrocampista francés. Y también Ronaldo. Uno por velocidad e instinto goleador y otro por capacidad de invención. Lo curioso es que hayan tenido que pasar cuatro años para que al fin un entrenador se decida a limitar el esfuerzo de Zidane a la zona del campo donde más daño puede hacer: el enganche por el centro con los delanteros. Porque no olvidemos que Zinedine huyó de Italia hastiado de bregar como un simple peón en el centro del campo. Cierto que en el Madrid gozó de más libertad y mejores acompañamientos. Pero como había que encajar tanto galáctico, se pasó años reclamando que no acababan de colocarle donde él deseaba, que corría en exceso y eso le mermaba físicamente.

N adie puede dudar de su capacidad de trabajo. Luxemburgo ha dado un paso al frente y está convencido de que hay que dosificar al jugador, hacerle disfrutar cerca del área y liberarle de otras tareas. Será la mejor forma de que apure los dos años de contrato y que no renuncie, por vergüenza torera, al final de la presente temporada. En Los Ángeles, aquellos que desearan saber algo más de fútbol, pudieron descubrir, con una simple jugada, por qué nos emociona tanto este deporte a millones de aficionados.