Florentino desde la normalidad
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Hace cinco años y un mes Alfonso Azuara, me aseguró que Florentino ganaba sí o sí las elecciones a un Lorenzo Sanz que acababa de levantar la Octava. Le miré con los ojos como platos y pensé que me vacilaba. Desconocía que Azuara manejaba parte de la cocina electoral de Pérez. Curiosamente, pasado un lustro, él y Maroto, entonces jefe de prensa de ACS, se han convertido en los mayores azotes de un presidente que, de alguna manera, ayudaron a crear. Ni pienso que ellos actúen por despecho, ni considero que Florentino haya cambiado tanto. En lo que a la Prensa se refiere, el presidente siempre ha sabido que palillos toca, aunque en ocasiones le siguen los números de los que aparentan ser más poderosos. El tiempo le demostrará que ahí radica el peligro: en los que se creen por encima del bien y del mal. Las relaciones interesadas nunca acabaron bien en el fútbol.
He comenzado por la Prensa porque ahí veo el primer lunar de su gestión. Florentino, desde la normalidad, como le gusta repetir, encaja mal la crítica. El segundo agujero negro está en rodearse de gentes con poco criterio. Agotado el mercado de Zidanes, han mandado más los intereses de intermediarios y los consejos de medio pelo de aduladores, que el sentido común. Pero en estos cinco años también hubo aciertos. El principal lo percibo cada vez que voy al Bernabéu: el socio está con Florentino. Me quedo con la segunda victoria electoral de hace un año, con más del 90% de los votos. Y en lo deportivo, con la Novena lograda en el segundo año de gestión. Cuando tocó pelo de verdad, como los buenos toreros en Las Ventas, se le nubló la vista. Dos años en blanco deberían ser suficientes para recobrar el espíritu del inicio, ese que forjó rodeado de amigos en la soledad de su despacho.




