El verano es para la FIFA
En cualquier espectáculo, el rendimiento del artista es fundamental. Tanto que de él depende, en gran medida, el éxito o fracaso del acontecimiento. Cualquier promotor conoce esta obviedad. Otra evidencia: para rendir hay que descansar, siempre. Los dirigentes mundiales del fútbol, léase la FIFA, desafían reiteradamente esta lógica. Con su característica arrogancia sitúan el balón (el problema) en el terreno de los clubes: que se reduzca el número de equipos que disputan el campeonato liguero en cada país. Así los jugadores podrán tener más descanso. Y ellos seguir montando su show- business veraniego con las selecciones.
Recién finalizada la Copa Confederaciones, el próximo estío aparecerá el Mundial de Alemania. El pasado año, la copa continental de selecciones en cada Confederación. Los clubes, por su parte, planifican largas giras de pretemporada por razones económico-comerciales. Los mejores jugadores de cada país, entre el club y la selección, juegan más de 70 partidos por temporada. Imposible descansar. Exprimir al artista. Y exigirle que rinda de acuerdo con lo que cobra. Fundirle física y mentalmente. Y lamentarse, después, del pobre papel de gran parte de las selecciones teóricamente más potentes en los campeonatos. En cada canícula nos quedan claros ejemplos de ello.
Por la vía de los hechos, la FIFA deja claro que el verano es suyo. Juega sobre seguro: los artistas, aunque cansados, saben que su mejor escaparate es la selección y que los clubes no lograrán la unanimidad necesaria para acordar reducir el número de equipos de Primera División. Caja, cobre: derechos de televisión, ingresos por publicidad y gradas llenas. El espectáculo sobre el césped no reporta beneficios económicos. Al pitido inicial del partido inaugural, el negocio ya está hecho.