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Adiós al MVP del banquillo

Se va Solari. Posiblemente, el suplente más querido por el Bernabéu y el más valorado por la crítica deportiva. El indiecito dibujó su adiós fiel a su estilo. Sin hacer ruido, con caballerosidad y agradecido al club que durante cinco años le puso en el mapa de la élite futbolística. Puede desconcertar que Santi nos deje sólo cinco meses después de renovar su contrato gracias al clamor mediático que supo trasladar el grito del pueblo: "¡Solari, renovación!". Pero lo suyo pareció más un matrimonio de conveniencia, sin pasión mutua. De hecho, Luxemburgo apenas lo utilizó desde que estampó su firma y sus escasas apariciones de titular le granjearon las primeras críticas por su pobre juego.Quizás su traspaso era la mejor solución para las dos partes. Además, deja en caja tres millones de euros, el mismo dinero que pagó Lorenzo Sanz al Atlético para contratarlo. Solari se va a la vez que su amigo César y se reencontrará en Milán con su compatriota Esteban Cambiasso. Allí no estará solo y menos aún si Samuel acaba entendiendo que el Inter es la mejor salida que le queda. Despidamos a Solari con respeto porque siempre supo cuidar la imagen del Madrid con su cultivado verbo. Me quedo con su partidazo en la final de Glasgow. Él fue el que el dio el pase a Roberto Carlos, que habilitó después a Zinedine Zidane para marcar el gol del siglo. Adiós, Solari, fue bonito mientras duró...