Este año sí se ficha con criterio
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Recuerdo que también el año pasado nos las presumíamos muy felices con la llegada de Luccin, Gronkjaer y Salva. La ilusión no siempre va de la mano de la lógica. En las últimas temporadas, el reiterado anhelo de volver por nuestros fueros no ha sido otra cosa que un falso y desolador espejismo. En esta ocasión, todo parece diferente. Si el año pasado gastamos alrededor de veinte millones en nueve fichajes de segunda fila, esta temporada vamos a desembolsar treinta por cuatro de calidad contrastada. Se apuesta además por la cantera, caso de Gabi, y por jugadores con juventud y proyección como Valera. Si a eso añadimos que se ha dejado de experimentar en el banquillo, para que el proyecto lo pilote un valor sólido como Bianchi, el optimismo está más que justificado.
Cerezo y Gil Marín han acertado a vislumbrar que la paciencia del aficionado está muy mermada. Arriesgarse a colmarla, parcheando los males del equipo no iba a conducir a nada bueno. A precios de saldo, no es fácil encontrar joyas como Pablo, Perea o Leo Franco. Por eso, como a la mayoría de los aficionados, me alegra que haya cambiado la dinámica de lo cuantitativo por lo cualitativo. No eran muchos y malos los jugadores que necesitábamos, sino pocos y buenos. El gasto, al final, va a ser solo ligeramente superior. Una política acertada de fichajes es toda una garantía de éxito.



