Euforia contagiosa en Singapur
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Tan pegajosa como la novedad de Singapur es la euforia que transmite la candidatura olímpica de Madrid. Y eso no puede ser malo. Tengo que reconocer que monté en el avión siendo muy cauto sobre nuestras posibilidades. Pasadas catorce horas de vuelo me convencí de que podíamos ganar. Florentino, como siempre, atendía a derechas y a izquierdas, ahora un poco con Trini y luego un ratito con Rajoy. El bueno de Indurain, que no quiere saber nada de esa maraña de cálculos y probabilidades, decía estar aquí para lo que gusten mandar. Igual que Raúl, que viajó sin hacer ruido pero, nada más poner pie a tierra, recordó el pasado Mundial y lo de : "Laúl , Laúl, Laúl". Le han sentado bien las vacaciones, no para de repartir sonrisas.
Pero tengo que reconocer que me acabó ganando la cara iluminada de Doña Sofía. Por unos días ha recobrado el espíritu de competición. Quiere ganar pero, además, está convencida de que Madrid es la mejor opción. Y qué quieren que les diga, el remate me lo dio Samaranch. No suelta prenda, pero también se le ilumina la mirada cuando se le pregunta por la suerte de Madrid. Es como si supiera mucho más de lo que dice, como ese jugador de póquer con buenas cartas pero sin excesos de euforia. Igual el jet lag me ha trastornado pero esto pinta bien. Veremos mañana..




