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Herreros, una banca rentable

El triple mágicohistóricomilagroso de la final de Liga desencadenó una catarata de información sobre la vida y milagros de Alberto Herreros, así que es difícil aportar datos nuevos, sobre todo porque Alberto es un hombre sencillo de vida sencilla, con pocos secretos. En cualquier caso, siempre hay algo que añadir. Por ejemplo, que el apellido Herreros puede ser dinastía en baloncesto. No sólo porque un tío de Alberto destacó como ala-pívot del Canoe, en los años sesenta, sino por las buenas maneras que apuntan Alex y Dani, los hijos del capitán madridista. "Todavía es pronto para asegurar nada", dice Alberto cuando se le menciona el tema. Pero se le iluminan los ojos y aparece una sonrisa de ilusión en sus labios.

Tiempo atrás me impresionó una frase de Djordjevic, cuando alguien le preguntó si había ganadores en el Madrid. "Basta contemplar a Herreros en el vestuario, tras una derrota, para contestar a eso", respondió Sasha. Por ese motivo dijo Alberto que merecían el título logrado in extremis frente al Tau. "Nos hemos comido muchos marrones", señaló con acierto. Otro prisma curioso en la figura de Herreros es situarle como miembro destacado de los patrocinadores del Estudiantes. Cuando fichó por el enemigo, en 1996, el Real Madrid pagó 220 millones de pesetas por el traspaso. Por eso se dijo durante algún tiempo que el patrocinador del Estudiantes era la Banca Herreros. Poco antes, la Banca Antúnez había dejado 90 kilitos en las arcas del club colegial. Felipe Reyes elevó la cifra a 250 millones, el año pasado. La Banca De Miguel contribuyó también con 200 millones, pero entonces no pagó el Real, sino el Olympiakos. Pretendo decir, con todo esto, que Alberto siempre fue rentable para sus equipos.