Basket NBA y arbitraje escuela ACB
Elegí un buen día para volver al baloncesto y regresar a mi barrio. Trepidante, intenso, emotivo y añadan 130 calificativos más. Vi un juego digno de la final de la Euroliga, no del habitual bodrio de la ACB. El Madrid se impulsaba con los tiros diabólicos de Bullock, los centímetros y la testosterona de Hervelle, Flipe Reyes y Bueno, y el eco de 13.900 gargantas que convirtieron Vistalegre en un horno de pasiones y de acciones para la videoteca. Ganó el Tau, seguramente el mejor equipo de Europa. Siempre tienen un plan B, C, D... Y siempre les queda agarrarse a Scola y Macijauskas, que es como tener a Ronaldo con 80 kilos y a Zidane con 25 años. Imparables
El Madrid defendió al límite de sus fuerzas, bien adiestrado por ese estratega ejemplar llamado Boza Maljkovic. Mis ojos cuarentones vieron auténticos momentos de basket NBA. No exagero. Asistencia de Hamilton de espaldas y mate de Bueno; acción de Scola con tres fintas en la zona hasta colocar una bandeja imposible; triple de Herreros a la vieja usanza; Macijauskas enviando misiles letales desde el rincón mítico de Brabender... Fue tan bello que debieron ganar los dos. El Madrid no mereció tan cruel castigo. Sólo sobró lo de siempre en la liga de Portela: el arbitraje. Si Martín Bertrán no fue capaz de pitar técnica a Ivanovic con todo lo que le dijo durante 50 segundos a la cara (al montenegrino sólo le faltó agredir al colegiado) jamás lo hará. Pero claro, eran dos tiros y el Madrid se ponía cinco arriba a menos de un minuto del final. No interesaba... pero no quiero dejarme llevar por la parte más oscura de esta decadente ACB. Me quedo con el baloncesto mágico de Madrid y Tau. Dos campeones.