Deslealtades
Ya lo reflexionó Confucio: "Si te enfadas, piensa en las consecuencias". Joan Laporta y Sandro Rosell llevaban más de un año encorajinados. Todavía no hace dos años ganaron las elecciones. Las circunstancias muestran a los hombres. No ha sido una crisis entre buenos y malos. Ha sido un pésimo ejemplo de cómo gestionar las discrepancias. Negar ante la concurrencia y tirar del móvil para reafirmarlas. Y los monaguillos trabajando a destajo e intoxicando incluso en los días de guardar. La escenificación del final del episodio amenaza en la dirección del punto y seguido.
El president Laporta calificó de desleales a los que ya no están en su junta. Duele el calificativo, por injusto. A no ser que se refiera a su persona, que no a la entidad. También pudiera ser que para él sea la misma cosa. Quizás por esto no especificó. Mala cosa. Adoctrinar a favor de lo que ayer se combatió sí es ser desleal. Al menos consigo mismo. Y de retruque, con los que le creyeron. Erró en el adjetivo porque quizás no se atrevió a decir discrepantes. Temió mostrarse como una mimética reencarnación del pasado blaugrana.
Joan Laporta defendió mal su verdad. Si íntimamente creía que había compañeros desleales para con la institución, ¿por qué desperdició tanto tiempo en zanjar el tema? Si de no desestabilizar al equipo se trataba, ¿por qué no actuó al finalizar la primera temporada?. Habrá quien piense que no hay nada más desleal para la entidad que dejar pudrir los problemas. Y también el parir y/o fomentar tu propia oposición.