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Se echó de menos a los españoles

La de este año ha sido una de las ediciones del Giro más bonitas de los últimos tiempos. He disfrutado mucho, más incluso que con los años de Tour ganados por Armstrong, sin apenas batalla en las jornadas de montaña y siempre pendientes de las etapas cronometradas. Hacía tiempo que se echaba de menos la fuerza y la entrega que ha estado tan presente en este Giro. Impresionante sin duda la pelea entre italianos que han luchado por hacerse notar en su propio terreno. Savoldelli, Rujano, Di Luca y Simoni han vuelto a demostrar que el país alpino es una fábrica de ciclistas de gran calado. Sus duelos tanto en los Dolomitas como en los Alpes han sido un gran espectáculo, de un grandísimo nivel y difícil de ver en el ciclismo actual. Una tónica que espero que se contagie ahora que nos vamos acercando al núcleo duro de la temporada ciclista.

De los equipos españoles, sólo se ha salvado el Saunier Duval, que ha demostrado un nivel bastante alto en esta competición. Por contra el Euskaltel ha estado muy flojo en esta campaña. Otros como el Illes Balears han tenido algún protagonista que les ha sacado del letargo, como Gálvez que ha peleado en los sprint. Lo que se ha visto no corresponde al nivel ciclístico que tenemos en este país, ni mucho menos al de los presupuestos de los equipos nacionales. El caso más sangrante es el del Liberty, el de más recursos económicos y que sólo ha podido sumar la victoria de etapa de Koldo Gil. Está claro que no ha ido a brillar, sino a cumplir el expediente de cara al Tour y es una pena. Históricamente, los ciclistas españoles han dejado su nota estelar en el Giro, una costumbre que parece empieza a perderse ante la fuerza mediática del Tour.