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Duros contrastes en Nepal

Está siendo una temporada extraña y complicada ésta en la que, a día de hoy por ejemplo, nadie ha alcanzado la cima del Everest por su vertiente sur. Esta evidencia es un peso más que engrosará las mochilas de nuestros compañeros cuando intentemos la cima del Makalu, previsiblemente en torno al día 30. Otras circunstancias novedosas que han despertado mi curiosidad me han asaltado en esta expedición. La situación de violencia en Nepal, que enfrenta a la guerrilla maoista con las tropas gubernamentales, ha llevado al turismo que ahora llega a Nepal a refugiarse en Solo Khumbu, el valle donde se asentaron los serpas hará unos 300 o 400 años. Hoy es uno de los pocos lugares protegidos por el ejército, gracias a lo cual está creciendo.

Allí me he encontrado una historia que seguro va a hacer feliz a mi buen amigo Eduardo Martínez de Pisón, firme defensor de la relación entre el paisaje y quienes lo habitan; sobre todo los grandes, aquellos que nos crean estados de conciencia. Es muy interesante lo que están consiguiendo los serpas. No sólo han ayudado a los extranjeros durante casi cien años ha conquistar las cimas más altas de la Tierra, sino que ahora están dando una lección de cómo prosperar en un ambiente complejo y hostil. Un singular ejemplo de este crecimiento, y también de lo que está ocurriendo en el mundo, lo encarna un viejo amigo con el que nos hemos reencontrado estos días. Se trata de Pemba, uno de los dos serpas que compartió con nosotros la cima del Everest en 1992. Volver a encontrarle fue muy agradable pues nos extrañaba no haber vuelto a saber de él. El motivo es que al año siguiente, tras volver a coronar el Everest, llegó al convencimiento de que debía parar. Quizás fuese este tipo de vida tan dura y exigente la que le impulsó a marcharse a trabajar a Portland (USA).

A Al mismo tiempo, y durante nueve años, decidió estudiar ingeniería. Su vida ahora se divide entre Estados Unidos y Nepal. Dos de sus hijos están allí estudiando también ingeniería mientras que su esposa vive en Solo Khumbu regentando su lodge (especie de posada). Nuestro amigo regresa a Solo Khumbu dos o tres meses al año y en ese tiempo ayuda a sus vecinos a montar una pequeña mini central eléctrica al tiempo que sigue con sus estudios de Física. De hecho, mientras charlamos, tiene junto a él un libro con el retrato de Einstein en portada. Ya no tiene ganas ni de subir al campo base del Everest para ver al viejo gigante. "Quizás", algún día vuelva, pero no será ahora.

En su establecimiento tiene conexión a Internet vía satélite y las aldeas de la zona, fronteriza con el Tíbet, redondean sus ingresos, como siempre lo han hecho, contrabandeando con China aunque ahora son prendas de grandes marcas de ropa de montaña a 12 euros la pieza, un dinero con el que muchas familias del entorno sobrevivirían bastante tiempo. Einstein, contrabando, Internet, porteadores de altura que se hacen ingenieros y tienen dos hogares en extremos del mundo. El Nepal de hoy está lleno de contrastes.

Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'.