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Huelga, ¿contra quién?

Ya sólo hay dos antídotos que pueden salvar al Bar­ça: la huelga y los silbatos. El segundo factor permitió a los azulgrana revalidar título el año pasado (¿recuerda, señor Mitjana?), así que es impensable que la ACB recaiga en el mismo descrédito. Queda, pues, la amenaza de paro (paro nacional) como teórico factor desequilibrante. Y algo similar ocurre en la eliminatoria Etosa-Unicaja, donde el equipo más perjudicado por el plante sería el alicantino, que está a un paso de la sorpresa, de la hazaña, con plantilla mayoritariamente española. Tengo la convicción profunda de que detrás de una huelga siempre hay motivos sólidos que la justifican, así que no voy a discutir el porqué. Pero sí cuestiono el cómo y el cuándo.

No es de recibo que, en este momento de la temporada, los máximos perjudicados por una reivindicación sean precisamente los que no incurren en el pecado a corregir. Estudiantes es paradigma de trabajo con la cantera, de promoción de talentos nacionales. El Etosa es la gran revelación de la temporada, con un fastuoso comportamiento de jugadores a los que habían descartado equipos poderosos, en gran medida para importar materia foránea. Si ahora Pepu Hernández y Trifón Poch han de prescindir de esos argumentos para el resto de la serie, se habrán torpedeado injustamente una filosofía y un esfuerzo ejemplares. Repito lo que he dicho en otras ocasiones. Señores Portela (ACB), Sáez (FEB) y Llorente (ABP): si ustedes no alcanzan hoy un acuerdo razonable, una solución necesaria e inaplazable al cisma que les separa desde hace años, sólo tienen un camino honesto que tomar: dimitir. Dimisión inmediata e innegociable, por inutilidad.