Fue fútbol hecho pestiño

Nos equivocamos. Ni honrilla, ni orgullo, ni leches. El partido llevaba escrito la palabra muermo antes de comenzar. Y no es que estuvieran de desastre, es que cometían errores de entrenamiento: pases al contrario, toquecitos ridículos que no conducen a nada, jugadas imposibles, cariñitos al rival, sonrisitas cómplices con unos y otros. Vamos, que desde el primer minuto, aquello no colaba. De cuando en cuando nos lo creíamos por el fervor de los ultras en su apoyo incondicional. Pero nada. Hasta Ronaldo tiró la toalla en su pelea por ser máximo goleador. Tras lanzar una falta ingenua, el brasileño se dedicó a otros menesteres. Y claro, se llevó otra bronca, la última de la temporada.

Sí hay que decir que hubo un jugador al que no le debieron explicar que aquello no servía para nada: Gravesen. Si media docena hubiera seguido su ejemplo, el resultado no hubiera sido tan insoportable. Justo es reconocer que hubo otro, Fernando Torres, que también jugó un partido distinto. Posiblemente porque le habíamos recordado durante muchos días su desastrosa estadística ante el Real Madrid. Como fuera del campo se prodiga poco, quiso hablar en el Bernabéu. Pero lo suyo contra el eterno rival empieza a ser de pesadilla. Igual cuando madure un poco más llegan esos goles.