El United, Satanás y El Vaticano
Para buena parte de la afición del Manchester United, Malcolm Glazer, el multimillonario americano que acaba de hacerse con el club, es Satanás. Puede ser. Un juez de Estados Unidos una vez lo definió como "una serpiente disfrazada de oveja". El temor de los aficionados es que, de cierto modo, Glazer robe el alma de los legendarios red devils; que el United pase de ser una religión de masas a un negocio más. Lo que los indignados aficionados parecen no entender es que el pecado original se cometió hace catorce años, cuando se tomó la decisión de que el United cotizara en Bolsa. Poca gente levantó la voz en aquel momento. Gran error. Porque fue ahí donde el United dejó de ser una iglesia y se convirtió, como si de una cadena de hamburgueserías se tratara, en presa legitima para cualquiera que tuviera el dinero y las ganas.
Hace un par de años le pregunté a Florentino Pérez por qué no cotizaba el Real Madrid en Bolsa. Me contestó que eso sería como poner a El Vaticano en venta. Más que indeseable, inconcebible. El presidente del club blanco entiende lo que representa un club de fútbol. Sentimiento, fe, ilusión. Es decir, esas cosas elementales que distinguen a los seres humanos del resto de la Creación. En Manchester lo acaban de entender también. Pero demasiado tarde.