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La mejor afición del ciclismo

Es imposible derrotar a Petacchi si los demás dejan maniobrar libremente a su equipo. No pueden dejar que tres de sus compañeros le hagan los últimos tres kilómetros a 50 km/h para dejarle lanzado a 200 metros de meta. Los demás velocistas también tienen compañeros para desbaratar el tren del Fassa Bortolo, ya quedó demostrado en este mismo Giro. Ayer a Petacchi todo le fue de cara, incluso le vino de perillas que el que cogiera la rueda fuera Zabel. En cuanto apretó le sacó de rueda. El alemán es un corredor que admiro por su profesionalidad y su pundonor, pero ya sólo le queda la experiencia de la veteranía para coger la mejor rueda, a codazos si hace falta. Precisamente esta pugna por pillar la rueda de Petacchi agota a sus rivales. En ella perdió sus opciones Isaac Gálvez. Pero es una pelea para quedar segundo, no por la victoria. Y con ello no hacen sino seguirle el juego, que tampoco es muy espectacular para el espectador, porque el final ya se conoce, siempre es el mismo. Ya pasaba en los tiempos de Cipollini y la historia parece que no termina nunca.

Pero vengo observando que la afición italiana no cambia. A ellos lo que les gusta es que gane su gente por encima de cualquier otra cosa. Son más felices que si viene Lance Armstrong a disputar su carrera y el mejor italiano queda segundo. Pero el ambiente del Giro es fenomenal: las pintadas, las pancartas, muchísima gente, entre ellos cantidad de niños y también mujeres. Es lo mejor del Giro, los tifosi, que son la mejor afición que hay en el ciclismo. Con ellos esta carrera no perderá nunca su caché. Por eso, aunque generalmente estoy de acuerdo con Eusebio Unzué, no lo puedo estar con sus declaraciones de hace unos días sobre el peligro de los circuitos finales. Estoy de acuerdo en que se debe limitar el peligro, claro, pero no en suprimir esos tramos. Para la afición es muy bonito poder ver pasar dos o tres veces a los corredores desde su acera. Y no se lo podemos quitar.