Yo digo J. J. Santos

La pausa y también el arrebato

J.J.Santos
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Si a determinados jugadores del Madrid les pudieran hacer una transfusión de sangre caparrosiana, se saldrían. El técnico sevillista ha cuadrado el círculo: arte y clase con la dosis necesaria de agresividad. Durante media hora, el Madrid jugó a que no le golearan. Estaba contra las cuerdas y, lo peor, es que no tenía argumentos para contrarrestar el vendaval. Simplemente porque lo suyo nunca fue el cuerpo a cuerpo, ni los desmarques vertiginosos, ni la presión al límite. Ocurrió en San Sebastián. Y en otros estadios jugando de forasteros. Luxemburgo, como ya se sabía la lección, rezaba para que pasaran los minutos. Aquel arrebato local no podía durar hora y media. Si el partido no se paraba, era imposible que entraran en juego futbolistas como Zidane. Pese al agobio, este Madrid tiene fe y eso evita que se caiga en la indolencia de otros tiempos. Algo es algo.

En fútbol es tan importante saber tratar bien el balón como soportar el sufrimiento. Si sabes aguantar el tirón, acaba llegando tu oportunidad. Cuando aparecieron en la banda de los cambios Figo y Guti, hubiéramos podido hacer una encuesta inmediata, la mayoría habríamos votado por el cambio de Zidane. Sufres viendo su limitación física, te desesperas viendo que quiere pero no puede. Pero el francés no entró en la rueda de las sustituciones y acabó regalándonos uno de los mejores goles de la Liga. Demasiado tarde para endereza un rumbo que se torció en Navidades, justo cuando se perdió contra el Sevilla en el Bernabéu, y a tiempo para culminar un final de Liga que debe marcar el futuro. Esta vez la pelea de unos y el sufrimiento de otros, acabó en tablas. ¿Suficiente? Depende de cuál sea la vara de medir.

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