Silva y Klose pichichi ala decencia
Fue un cambio de registro total. Inusual. Reconfortante. Y también profesional. La dignidad del individuo enaltece la profesión. Precisamente por ello, quienes engullen la moda precocinada del todo vale no habrán dudado en calificarles de gilipollas. Y temo que son demasiados. De hecho, su acción ha merecido un discreto espacio en casi todos los medios. Defender que la honradez debería prevalecer al ganar como sea, no es cosa de ingenuos, sino materia de enseñanza. Ahí no caben neutralidades. Tampoco en el fútbol.
D. J. Silva es canario e internacional Sub-19. Juega en el Eibar. La pasada jornada el equipo vasco intentaba alcanzar la posición de los elegidos que subirán a Primera División. En tiempo de descuento para finalizar el partido, su equipo empataba en Lleida. Recibió el balón en una posición franca para marcar y lo lanzó fuera de banda para que recibiera atención un rival lesionado: "Hice lo correcto, mi marcador estaba tendido en el suelo". Casi a la misma hora y en Alemania, el Werder Bremen pugnaba por situarse en zona de Champions; con 0-0 en el marcador, su delantero M. Klose intentó sortear al portero rival quién finalmente desvió el bal en principio, el árbitro decidió penalti y expulsión del guardameta. El ariete corrigió al colegiado: "No hubo falta". Hijo de deportistas, al finalizar el encuentro declaró que "ya es bastante difícil el trabajo de los árbitros como para complicarles más su labor".
No vivieron un minuto inútil. Ni quisieron pasar por la íntima vergüenza de haber ido contra sus principios. Intuyo que tampoco pretendieron dar lecciones a nadie. Simplemente son así. Marcaron un golazo a favor de la dignidad. Aunque ya lo dejó escrito Groucho Marx: "El tiempo hiere todas las curaciones". Tardará mucho más en cundir el ejemplo, que no el ver a un "profesional" que se autoexpulsa por "un calentón".