Habrá espectáculo en la vuelta
El espectáculo está servido. Anfield, el martes que viene, partido de vuelta de semifinales de la Champions League, Liverpool versus Chelsea. Lo mejor, lo más grandioso que se verá este año en Europa, que nadie lo dude. No me refiero al fútbol. Eso no se sabe. Puede que sea un magnífico encuentro, pero lo más probable es que no. Tras el 0-0 de anoche en Stamford Bridge lo que está bastante claro es que estos dos equipos ingleses poseen más talento en defensa que en ataque. O sea que no. En cuanto a la belleza del juego, mejor no levantar demasiadas expectativas.
A lo que me refiero es el espectáculo en las gradas. No existe en el mundo otra afición como la del Liverpool. No hay fans más leales en ningún lugar. No hay ambiente, pasión, ruido, corazón igualable a lo que se ve, oye y respira en Anfield. Y eso para un partido normal de Liga, contra el Bolton Wanderers. Pero ahora que el Liverpool ha vuelto a triunfar en la gran competición europea que dominó durante varios años, ahora que existe una buena posibilidad de que el mítico club del norte inglés llegue a la final por primera vez en más de dos décadas, y ahora que el rival es el detestado Chelsea sureño, el Chelski del poco querido magnate ruso Roman Abramovich, las gradas del legendario estadio vibrarán como en los mejores tiempos.
Se trata de un enfrentamiento entre un club que representa el alma, la esencia, la grandeza histórica del fútbol, contra otro que representa el dinero mercenario. Si gana el Liverpool no importa lo que pase en la final. Será el día más glorioso en la vida del nuevo ídolo de Anfield, el español Rafa Benítez.