Todo o nada en un solo partido
Me vienen muchos pensamientos a la cabeza al empezar a escribir estas líneas y se pueden imaginar que todos negativos, pero no es momento de cargar más las tintas. Ya habrá tiempo para ello. Frustradas nuestras esperanzas en la Liga, nos queda una última oportunidad para salvar la temporada: el encuentro de vuelta ante Osasuna en las semifinales de la Copa. Un decisivo choque en el que, a falta de fútbol porque somos absolutamente incapaces de practicarlo, tendremos que apelar a la dignidad y al orgullo para romper el maleficio navarro.
No pensemos en que el entrenador va a dar con la alineación idónea (no lo ha hecho en toda la temporada), ni que tampoco vaya a demostrar que tiene claro un sistema definido. No nos vayamos a creer que los jugadores vayan a dar una sensación de equipo. Volveremos a asistir, nuevamente, al enésimo ejercicio de mediocridad y de impotencia de cara al marco contrario. Aun así, es de esperar, que los que salten al campo ese día sean conscientes de la responsabilidad que tienen. Están jugando con la única ilusión que nos queda a los aficionados. A falta de talento, del que adolece la inmensa mayoría, deberán derrochar ganas y salir a morder desde el primer minuto del encuentro. Si no nos regalan juego, al menos que evidencien ambición. La ambición de querer ser finalistas.