Viva el Parque del Guadarrama
Mientras, como otros muchos, sigo con atención la persecución del Real Madrid tras el Barça, haciendo bueno aquello que escribí en otra columna (y que algunos amigos culés me reprocharon) de que "sentirán el aliento blanco en el cogote", busco alguna buena noticia que poder comentarles, más que nada para no arrinconarles entre tanto disparate político, tonterías del corazón y miserias variadas. Y esta vez, voto a bríos que diría el Capitán Alatriste, la he encontrado. Una de esas que, muy de vez en cuando, nos hacen recuperar algo de fe en nuestra especie y, por qué no decirlo, sobre todo en nuestra clase política.
Esta semana se ha presentado el Parque Nacional del Guadarrama. "Sólo" han pasado 85 años desde que la sociedad Peñalara lo pidiera, allá por 1920. Hoy la figura de Parques Nacionales es sinónimo de civilización y de calidad de vida, pues el grado de desarrollo de una sociedad moderna no lo da tanto su Producto Interior Bruto como el grado de protección del lugar en el que viven y la calidad de la educación que reciben y demuestran sus ciudadanos.
Fueron los románticos los primeros en descubrir que los grandes paisajes naturales son un elemento esencial para nuestra vida. Desgraciadamente los españoles perdimos el tren del Romanticismo para dedicarnos, durante casi cien años, a la tarea de matarnos en guerras crueles que, no sé por qué, calificamos de civiles. Sólo ahora hemos empezado tímidamente a recuperar esa percepción del paisaje, de la mano de algunos pocos, como mi buen amigo Eduardo Martínez de Pisón, que ha sido el encargado de dirigir a un grupo de científicos que ha impulsado la creación del que será uno de los parques nacionales más importantes y extensos de España. Martínez de Pisón, una suerte de sabio humanista, algo así como un Humbolt de nuestro tiempo, ha luchado toda su vida por conservar los parajes naturales, para abrirlos al sentimiento y, en definitiva, a la contemplación estética y moral. No deja de ser curioso, para alguien que se siente de izquierdas, que hayan sido Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre (al César lo que es del César, hay que reconocerlo) los que hayan propiciado que todos podamos disfrutar de algo que quizás, porque lo tenemos tan cerca, no le damos la debida importancia.
En los días de invierno, fríos y rasos, las montañas que pintara Velázquez parecen poner alma a esta ciudad, "invivible pero insustituible" que dice Joaquín Sabina. Pero la cercanía precisamente confiere a este parque una función educativa y de disfrute aún mayor. Y -otra curiosidad- la Comunidad de Madrid va a tener cerca del 13% de su territorio protegido mientras que en Aragón, bajo mandato socialista, sólo sea un 2% y se esta perpetrando el mayor destrozo que jamás hayan padecido los Pirineos. Quizás la derecha madrileña sea más sensible a la naturaleza y más civilizada que la izquierda aragonesa, o quizás es que ya nadie sea quien dice ser. Puede que algún día nos hagamos definitivamente modernos y civilizados y juzguemos a la gente por lo que hace y no por lo que dice.
Sebastián Álvaro es director del programa 'Al Filo de lo Imposible', de TVE.