La suplencia de Guti y Vanderlei
Con Figo en el banquillo y Gravesen lesionado, parece imposible imaginar un centro del campo en el que no esté Guti. Sin embargo, Luxa ha tomado una decisión valiente al dejarle de nuevo en el destierro de la banda y con el chándal embutido hasta las cejas. No se crean que el brasileño se ha vuelto loco. No. A diferencia de Raúl, un capitán ejemplar que se gana el respeto del técnico y del vestuario con su actitud hiperprofesional y su innegociable espíritu colaboracionista en el campo, Guti ha sido víctima de su indolencia. El segundo capitán del Madrid (a veces el canterano rebelde olvida las exigencias de ese rango) ha caído en desgracia desde Turín. Me explico. A Vanderlei le dolió mucho que el gol de Trezeguet que puso la lápida de la eliminación europea, llegase pocos minutos después de saltar Guti al césped de Delle Alpi.
Al 14 se le veía enfadado por su suplencia desde que dio el relevo a Zidane y en el origen de la jugada fatídica pareció desentenderse. Esas cosas las apuntan los entrenadores con letras grabadas a fuego. Desde entonces, tanto en algunos entrenamientos como en Albacete, donde se autoexcluyó del clásico con una tarjeta infantil, Guti ha perdido la pole position en la consideración que de él tenían los miembros del cuerpo técnico del Real Madrid. No es cuestión de demonizarle, pero sí de explicar que la titularidad de Borja ante el Levante no es un salto sin red. Además, con trabajo, humildad y apretando los dientes, Guti volverá a ser el magnífico futbolista que lleva dentro. Sólo necesita volver a poner los cinco sentidos en la pelota, justo el escenario que mejor domina. Pero Guti debe espabilar ya. Dentro de unos meses cumplirá 29 años...