Hacer virtud de la necesidad

No nos engañemos. Cuando Florentino suelta la filípica hace un mes, lo hace porque el gallinero está revuelto por la cascada de presuntos fichajes y porque la sombra de lo ocurrido el pasado año, cuando se perdió de forma lastimosa el subcampeonato, martilleaba en la cabeza del presidente. Puestos a jugar fuerte para dar la vuelta a la situación de abatimiento, mejor echar un órdago que envidar. Pero ese órdago, como casi todos los que se echan en mus, nace de la necesidad extrema mas que de las buenas cartas que tienes en la mano. Porque esos naipes jamón, jamón siguen estando en la jugada el Barça, por más cábalas que queramos hacer. Pinchar el líder en tres de los siete partidos que faltan es posible pero muy poco probable. Si recurrimos a la matemática pura y dura, incluso a la estadística, el panorama aún es mas negro para el Madrid.

Estoy seguro de que si en vez de ser el Barça líder lo fuera el Depor o el Valencia, no se habría generado este clima de cierta euforia y fe en una empresa casi imposible. Se está jugando con el componente de rivalidad con los azulgranas para motivar a los jugadores y, de paso, estimular a una afición que hace tiempo había decidido dejar de soñar. Se juega con eso y con la historia fatalista del club catalán cuando se ha dejado escapar títulos que estaban medio logrados. Y sobre los estados de ánimo, las incertidumbres y los temores, pocas apuestas se pueden hacer y de poco sirven los números. Es más, hasta el domingo no sabremos si las broncas de Rijkaard benefician o perjudican. Cierto es que para que se mantenga el actual clima es necesario que uno de esos tres tropiezos del rival se produzca cuanto antes, porque sino el globo se irá desinflando.