Yo digo J. J. Santos

Un silencio cómplice

J.J.Santos
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Figo no es de los que se muerden la lengua. Si hablara ahora sería para decir que acepta su suplencia pero que no está de acuerdo. Y no puede estarlo porque, en la etapa de Luxemburgo, es el que más apechugó con cambios de posición, labores a destajo para tapar agujeros en el centro del campo y dosis de coraje. Figo no será nunca un buen relaciones públicas. Lo evidenció cuando saltaba en el balcón de celebraciones de Barcelona ninguneando al Madrid y cuando, ya como merengue, tuvo que mostrar su decepción por el trato recibido en la Ciudad Condal. La última vez que adoleció de diplomacia fue cuando reclamó una renovación a dos años del fin de su contrato.

Pero nadie podrá reprocharle los cinco años de dedicación. No olvidemos que la primera Liga de la era Florentino se ganó con una segunda vuelta pletórica del portugués. Mucho tuvo que ver también en la consecución de la Novena, dando la cara como el que más en las eliminatorias más duras. Y cuando la capacidad de desborde se fue limitando, Figo supo adecuar su juego al del equipo. Antes de ser entrenador del Madrid, Camacho me aseguró que Figo era el galáctico más importante del equipo. No tengo tan claro que luego pensara lo mismo. Figo, todo impulso y corazón en el campo, es otro bien distinto fuera de él. Anota todo, piensa cada paso y sé que ve esta suplencia como un episodio más dentro del final de un ciclo.

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