NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Gaspart se sirve en caliente

Actualizado a

Servido en frío, Joan Gaspart no tiene un pase. Dos años y medio en la presidencia del Barcelona después de 22 de rodaje en el nuñismo y cero títulos. 201 millones de euros en diecisiete fichajes fallidos de los que sólo uno, Gerard, sigue en el club, cuatro entrenadores y un testamento económico aterrador: 230 millones de deuda. Que fue Atila, vamos. Siete meses antes del adiós se hizo un despiadado autorretrato: "Me gustaba más como vicepresidente que como presidente. Los que me votaron deben pensar que se equivocaron y estarán arrepentidos" . "Al Madrid no le beneficia que se vaya", profetizó con tino Valdano el día en que Gaspart se bajó del cargo, en febrero de 2003.

En caliente, en cambio, Gaspart tiene su punto, por pintoresco y por políticamente incorrecto. Elevó a público el forofismo, algo que todos sus colegas practican hasta la extenuación en la intimidad para luego negarlo con hipocresía en el palco y alrededores. Gaspart, no. Gaspart mandó con gorra y bufanda, se proclamó un boix y se sintió siempre feliz en la polémica, el antimadridismo y el cuerpo a cuerpo, asumiendo con la normalidad del hincha que el nombre de su madre fuese pronunciado en vano de fondo a fondo en el Bernabéu. Se le echa de menos en semanas de clásico como ésta. No hubieran encontrado Pino Zamorano, Villar y hasta el cochinillo de museo mejor abogado defensor ni mayor azote el neosuplente Figo. Le hubiera saludado la encargada de los lavabos de Chamartín y no hubiera aguantado los 90 minutos en el palco. Es lo que tiene dirigir un club de fútbol con las vísceras.