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Fabián Ortiz

El cagómetro lo inventó un tal Cruyff

Mucho antes de que al Loco Gatti se le ocurriera inventar ese hallazgo idiomático llamado cagómetro, en pleno apogeo del Dream Team, un tal Johan Cruyff ya lo había creado en cada visita al Santiago Bernabéu. Saber que tocaba jugar en Madrid contra el Real y empezar a sentir una revolución intestinal, todo era uno para el no menos revolucionario holandés. El talante siempre ofensivo y hasta kamikaze de Cruyff, ese con el que no sólo marcó una etapa dorada en el Barça de la primera mitad de la década de 1990, sino que le sirvió también para ganar la única Copa de Europa en la historia del club, se deshacía en cuanto se recortaba en su horizonte Chamartín, cualquiera fuera el estado del rival. Buen alumno de Cruyff, Frank Rijkaard ha ensayado durante la semana, sin descubrir su juego para no dar ventajas, con un boceto de 4-4-1-1. Nadie puede saber a ciencia cierta si este nuevo holandés hará lo que rumiaba, pero parece que abandonará el 4-3-3 que ha despertado tantos elogios esta campaña, para reforzar el mediocampo.

Uno cree que si Rijkaard, que ya sabe lo que es ganar en el Bernabéu, no es valiente ante este Madrid que está más para el derribo que para soñar con un futuro glorioso, entonces no lo será nunca. ¿Sería muy osado salir incluso con una alineación más ofensiva que de costumbre? ¿Por ejemplo, con dos puntas (Etoo y Maxi) para fijar a los centrales blancos y dos jugadores por las bandas (Giuly y Ronaldinho) para mantener a raya a Salgado y Roberto Carlos? Quizás el Barça esté ante una oportunidad única de pasar la mano por la cara del Madrid herido. Pero, claro, el cagómetro puede más que la razón.