Yo digo J. J. Santos

Zizou, por el placer de jugar

J.J.Santos
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Seguro que ustedes dejarían a sus hijos a su cuidado. Seguro que también le darían la espalda sin temor. Zidane enamora con su sonrisa, encandila con su fútbol pero también convence con la palabra. Ayer se dejó de frases hechas para afirmar que si el rival tiene bajas, mejor para su equipo y peor para el espectáculo. Pero también dijo que en estos partidos es casi sagrado no defraudar a los aficionados que llevan meses esperando la cita, que por encima de los tres puntos está reivindicar la condición de que el Madrid es un buen equipo. Escuchándole, no parece que esté cansado de este tinglado. Esa fue y sigue siendo su condición para cumplir lo firmado. Y me fío de su palabra. No es de los que se vayan a arrastrar para cobrar un año más.

Ocurre que este año sus intermitencias han sido mayores. Lo último que guarda nuestra memoria del francés son 20 minutos mágicos en la ida de la Champions contra la Juve. Y de eso hace más de un mes. Si a alguien le afecta el bajón del equipo es a él. Con tensión, angustia y precipitación no se pueden tirar ruletas, ni inventar pases imposibles, ni arriesgar con voleas impensables. Aunque no lo diga, el año horrible no lo puede borrar ni una gran actuación el domingo porque en la balanza pesa más el sufrimiento vivido. Por cierto, una vez más hemos pasado de puntillas por algo básico, que le persigue desde que llegó: su posición en el campo. Es su cuarto año en el Madrid y, por lo que he hablado a veces con él, aún nadie le ha puesto donde realmente le gustaría jugar. Y no rechista.

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