Puesta a punto de espinilleras
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Sabíamos que no iba a ser la repanocha. Vale. Conocíamos las limitaciones del rival. De acuerdo. Dábamos por hecho el triunfo. Normal. Pero descuidábamos algo que viene ocurriendo habitualmente contra equipos de inferior categoría: las patadas de la impotencia. Y los chinos repartieron a destajo, sin desmayo, con una disciplina casi militar. En esas circunstancias, a mayor calidad, mayor riesgo de ser cazado. Que se lo digan a Joaquín, que debería haber pagado un plus extra con la aseguradora que blinda sus piernas.
Del ensayo, pocas conclusiones. Si acaso atisbar cierta incompatibilidad entre De la Peña y Xavi. El primero acaba ensombreciendo al segundo y eso es bueno para el juego directo de ataque pero malo para el de distribución. Luis debería darle vueltas a ese asunto porque, hoy por hoy, parecería un lujo innecesario prescindir de alguno de ellos. Constatar, con un simple cruce al final de la primera parte, que con Pablo, hemos encontrado defensa central para mucho tiempo. Está que se sale. Ya era hora que irrumpiera con esa fuerza descomunal un defensa marcador. No olvidemos que llevamos casi cuatro años poniendo remiendos con Puyol. Por lo demás, esperar que los serbios intenten jugar un poco más al fútbol. Eso nos vendría muy bien.




