El mismo cuento de siempre
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No sé cómo nos las apañamos pero, siempre que tenemos oportunidad de preparar un encuentro decisivo con un amistoso cuatro días antes, elegimos un rival que nada tiene que ver con el que luego nos hemos de jugar los cuartos. Ya me dirán qué conclusiones puede sacar Luis disputando un bolo contra los chinos, qué tendrá que ver el fútbol oriental con el de Serbia. Nada de nada. Por eso, lo mejor es que Luis reserve a los tocados, que haga muchos cambios para que puedan debutar los que acaban de llegar y que les de la charla a los responsables chinos para que sus chicos metan el pie lo justito, no sea que nos vayan a desgraciar a alguien por aquello de poner más ímpetu del debido en la batalla. Eso sí, la Federación puede sumar un nuevo partido para ese contrato multimillonario que paga generosamente la televisión pública.
Diría más. Si le preguntan al seleccionador, seguro que hubiera optado por realizar un partidillo entre suplentes y titulares el mismo sábado en la Ciudad Deportiva de la Federación. Con ello, se habría evitado un viaje a Salamanca, tener que pernoctar fuera una noche y controlar todos los avatares que pueden surgir en un encuentro amistoso. Incluso habría decidido realizar dicha práctica al mediodía, con buen tiempo y justo antes del almuerzo y la reconfortante siesta. El domingo, día libre, como ya está previsto, y el lunes el viaje a Belgrado. Distinto es que el ensayo fuera con Francia, Italia o, sin pedir tanto, selecciones del antiguo telón de acero que pueden dar una medida similar a la de Serbia. De una vez por todas hay que pedir que, igual que el seleccionador controla la lista de concentrados, disponga el calendario de encuentros para toda la temporada.




