De nuevo volvemos a las andadas

El Atlético es un complejo paradigma de muy difícil explicación. Algunas incógnitas son endémicas, como esa sempiterna capacidad para representar lo mejor y lo peor al mismo tiempo. Otras son coyunturales, por ejemplo la inexplicable transfiguración que sufrimos esta temporada en cuanto nos alejamos del Calderón. Es imposible entender cómo un equipo que juega con ambición y con un cierto orden en casa, se transforma en un conjunto vulgar, atolondrado y acomplejado en cuanto el envite es a domicilio. El último encuentro frente al Zaragoza es un buen ejemplo de ello. Todos tenemos claro que para jugar en Europa cada partido que nos queda hay que afrontarlo como una final o lo que es lo mismo, hay que salir a ganarlo. Todos parecemos tenerlo claro salvo César Ferrando. El técnico volvió a las andadas, la de poner sobre el césped de La Romareda un planteamiento táctico ultradefensivo, basado en mantener a cero la portería y arrancar así un escuálido puntito que no nos acerca a Europa.

Ferrando recuperó su afán probatorio, con el fallido ensayo de Molinero por la banda y volvió a repetir errores del pasado, como el de confiar en jugadores que han demostrado con creces que no dan la talla, como el canario Jorge, uno de los mayores fiascos que recuerdo. Además, volvió a dejar indefenso a Torres sin asistencias de ningún tipo y en una situación de solitaria inferioridad frente a la defensa rival. Cierto es que estamos tan justitos de efectivos que en cuanto se lesionan jugadores claves nos quedamos en cuadro. Tan cierto como que había que exigirle al míster que no persevere en el error.